De todo

Hablar o escribir es comunicación y aunque pocos me lean, de catarsis me sirve.

sábado, 14 de noviembre de 2009

¿Cenicienta?

En una asesoría que tuvimos en el trabajo aprendí mucho, me cansé otro tanto, pero también me divertí. Una de las sesiones era acerca de cuentos para trabajar la lectura y la redacción. Así que, como se hace en estos casos, debimos nosotros elaborar un pequeño cuento, pero desde el punto de vista del personaje antagónico.
Manos a la obra y se nos ocurrió el cuento de Cenicienta, trilladísismo, así que el reto era cambiarlo y crear algo diferente.
Con el direc se nos ocurrieron disparates que nos alegraron la tarde porque nos reímos muchísimo mientras íbamos inventando la historia. El punto álgido fue al momento de la lectura en voz alta, ja ja ja ja ja ja ja ja, es de agradecer pasar ratos así con las carcajadas que van generando las simplezas de dichos momentos. Se los comparto:


Nosotros éramos una familia feliz: mi mamá, mi hermanita y yo; no nos faltaba nada.
Pues un buen día mi mami, que era guapa, rica y soltera (nosotras heredamos sus dones) tuvo a bien encontrarse a un hombre. Al principio todo era color de rosa, era cariñoso, tierno y nos adoraba, hasta que decidió casarse con mi mamá pidiéndonos permiso a nosotras, y obviamente aceptamos porque era una buena persona.
Pero el mero día de la boda que él nos enjareta a una chamaca, que dizque su hija, y como el gasto ya estaba hecho tuvimos que hacer de tripas corazón y aceptarla.
Y al poco tiempo ¿qué creen? Esa chamaca nos puso a chambear argumentando que si no lo hacíamos nos iba a correr de la casa, diciéndole a su “papá”, y como mi mamá estaba toda lela por él, tuvimos que acceder a sus peticiones.
Pero ¡Oh, sorpresa! Al poco tiempo que se “quiebra” el Don y resurgimos de entre las sombras y sacamos toda la dignidad que llevábamos dentro; pero la malvada de Cenicienta, quien era una mujer sin entrañas, con tal de acusarnos con nuestra mami hacía lo imposible por llamar su atención. En una ocasión se desgarró la ropa (la muy perversa) e inventó que fuimos nosotras.
Afortunadamente mi mamá le dijo que lo sentía mucho pero que buscara otro vestido en el ropero de sus hermanitas (nosotras).
Cuando nos fuimos, por fin, a la fiesta del palacio real, la muy canalla, llevaba entre sus cosas, (¡Oh cielos, me quiero morir!) ¡UNA CALABAZA! ¡UNOS RATONES! Y hasta pajaritos ¡Qué locura!
Pero mi mamá dijo: - Ni modo, ya es tarde, vámonos a la fiesta-. Y tuvimos que aceptar irnos con todo ese animalerío (incluyéndola a ella).
¡Pobrecitas de nosotras!
En la fiesta Cencicienta le robó los zapatos a un incauto, le aventó los ratones a mi hermana (quien, pobrecilla, se echó a correr a la calle). Para esto, el príncipe, ya me había echado el ojo y la muy canalla me embarró la calabaza y se puso a bailar con el galán para luego atontarlo y desmayarlo de un zapatazo, y para que no la culparan a ella, le echó el otro zapato dentro de su capa para que no la inculparan de nada.
Terminó la fiesta, estábamos muy tristes y mi mamá se puso enojadísima con Cenicienta. Le dijo que se guardara en sus habitaciones, pero mientras iba hacia su cuarto, tocaron la puerta y ella corrió a abrir, ¿y quién creen que estaba en la puerta? ¡El príncipe! ¡El galán! Se echó en sus brazos y nos acusó de que la habíamos raptado y que éramos malas, muy malas; agregando además (mentiras y mentiras) que todo el día se la pasaba en labores domésticas. Ay, ajá, seguro, era al revés.
Obviamente el canalla del príncipe le creyó y mandó a que nos apresaran y nos encarcelaron sin habernos escuchado… hasta ahora.
Después supimos que Cenicienta se casó con él…
Y en el pecado lleva la penitencia.
Fin.


Simplón, sí, lleno de clichés… sí, pero cómo me reí y eso estuvo genial.

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