De todo

Hablar o escribir es comunicación y aunque pocos me lean, de catarsis me sirve.

miércoles, 27 de octubre de 2010

México, Distrito Federal.


¿Por qué me gusta la Ciudad de México?
Porque es enorme, porque vivo en el anonimato, puedo salir y no saludar a nadie. Sin embargo, aún hay gente que te sonríe si le sonríes y es mucha más gente de la que la fama en las noticias nos da a los capitalinos.
Porque hay solidaridad pese a la gran soledad inmersa (paradójicamente) entre millones. Porque posee lugares bellísimos, cientos de museos, exposiciones, arte, mucho arte pese al recorte de nuestros magnánimos gobernantes.
Porque tienes “todo” cerca, no tengo que recorrer mucho camino para lo más indispensable.
Porque hay mucho transporte y barato.
Porque tengo la suerte (buscada por mí) de trabajar cerca de casa y eso, en esta ciudad, es de lujo.
Porque tiene vistas y paisajes impresionantes.
Porque aquí está la mayoría de mi familia.
Porque aquí crecí y están mis recuerdos.
Porque estoy acostumbrada a la vida rápida, implacable y vertiginosa.
Porque me gusta el movimiento.
Porque aquí es donde me siento más agusto.
Porque aquí es a donde he hecho mis amistades más entrañables.
Porque aquí nació mi hijo también y es orgullosamente “puma” (y yo de que lo sea).
Porque conocí a su padre y por él soy madre.
Porque he podido ir a muchísimos conciertos, ¡sobran!
¿Qué no me gusta?
Que no hay una identidad cultural como en otros bellos estados de este país.
Que es un monstruo capaz de “tragarse” vivos a los más débiles.
Que hay una enorme desigualdad y contrastes apabullantes entre su belleza y sus zonas feísimas capaces de instalar en ti un miedo profundo.
El tránsito que pone a prueba todo tipo de temples.
Que hay mucha gente que se la vive enojada y arremetiendo contra el prójimo a la menor provocación.
Que también hay la mala educación que encuentras en todas partes.
Pero para irme de mi adorada Ciudad ¡ni siquiera lo pienso!

viernes, 22 de octubre de 2010

amigos

Policías de repuesto


Ayer me invitaron a la premier de esta película, como obsequio por la tardanza de mi tarjeta de invitado especial premium de Cinemex. Yo ni sabía lo que iba a ver, fui con mi hijo, y quedamos que si no nos atrapaba, pues nos saldríamos de la sala. Total...
Cuando empezó desde el título quise salirme, pero estaba tomándome un rico capuchino y quise esperar a acabármelo.
¡Qué bueno que me esperé!
Empezó como la típica película de acción súper movida con diálogos odiosos y tontos, agghhhhh, pero era sólo para el planteamiento de una historia divertidísima, con giros de tuerca que no adivinas, te hacen creer que vas para un lado y de repente ya estás en otro. Los diálogos están fantásticos, el guión brilla y la historia realmente te atrapa. Me sacaron unas carcajadas que hace mucho una película no lograba.
Hay humor negro acidísimo, sarcasmo e ironía. La dirección fue tan buena que hizo lucir a los actores, fue tan natural que me la creí.
Vale muchísmo la pena pese al título tan absurdo que le pusieron, algo muy típico en este país.
No se la pierdan.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Hasta aquí.


Si bien mi temple es fuerte, también suelo tener corazón de pollo. No soy mala persona, soy bastante diplomática. Pero es tiempo de poner las situaciones en la balanza. Ya basta de la gente nefasta que tengo que lidiar por días. Ni mi sonrisa se merecen. ¡Basta!
Un alto a la mala vibra que emiten.
Un alto a la malicia que llevan algunos comentarios.
Un alto al abuso emocional o laboral en algunos colegas. ¿Qué no entienden que no es personal? Con algunas personas la relación es sólo laboral y deberían limitarse a eso, no las quiero en mi vida, ni quiero ser su amiga.
Soy buena amiga, soy buena compañera, si no lo quieren recibir no hay problema, pongo un escudo y pinto mi raya. No les deseo mal, jamás, que les vaya bien y que sus asuntos personales los resuelvan con quien gusten, pero que no hostiguen a quienes ni "vela tenemos en el entierro".
Basta de esas compañeras chismosas que quieren sacar una hebra de donde ni hilo hay, que no se atreven a confrontar y a dialogar y se convierten en vampiros emocionales, no permitiré que me drenen, basta.
¡Basta!

lunes, 4 de octubre de 2010

We are the world 2


Salía en Valle al parque, bueno, no es un parque, pero había columpios, resbaladilla, "sube y baja" y un barco hecho con tubos, y era donde pasaba momentos muy divertidos con mis primos.
"El zapatazo" rifaba. Era columpiarte lo más alto que pudieras y de repente soltar tu zapato o tenis, era lo mismo, el reto era lanzarlo lo más lejos posible. Vaya que pasábamos largas horas en el juego y nunca dejó de ser divertido.
Podíamos ser piratas o marineros en alta mar, subidos en el barco metálico dejábamos volar la imaginación y vivir aventuras épicas dignas de Hollywood.
Las escondidillas en la calle, cubriéndonos detrás de coches y de donde se pudiera, eran geniales, no parábamos.
Subirme con Betty al sube y baja, ja ja ja ja ja, ¡ternurita! confiaba en mí, ella estaba por ir hacia arriba, yo hacia abajo y de repente: ¡CUAZ! dejarme azotar en el piso para que Betty rebotara, vaya placer perverso, ja ja ja ja. Y lo más padre era que ella siempre estaba dispuesta a entrarle al juego, confiando en que ya no la azotaría, y va de nuevo, volvía a hacerlo y siempre era para desternillarme de risa.
Gozaba jugar "ojo de gato" con el escándalo que hacíamos con dicho juego por meter canicas en el contenedor y con la palanca irlas sacando del color que necesitaras, nunca nadie nos dijo que nos calláramos, mamás y tías aguantaban estoicamente nuestro ruidero.
El fabuloso fred de Paquiux me gustaba y era un reto a la memoria.
El horno mágico, ¡cómo olvidarlo! Esos pasteles horrorosos que hacíamos, quedaban crudos, "masudos" feítos... pero ¡vaya orgullo! Eran nuestros pasteles y debíamos comérnoslos, si no ¿quién más lo haría? Se me hace que desde ahí Gabacha sintió su orgullo herido y ahora guisa delicioso.
Mis primos siempre han sido compartidos conmigo, ellos hicieron que mi infancia y adolescencia estuviera completa, nunca sentí egoísmo. Hasta hoy estoy orgullosa de ellos, los adoro, los amo y corro por ellos.
¡Primos, los amo por siempre! Por compartir, por su amor, por sus consejos, por ser oídos sin prejuicios, porque con ustedes paso los mejores momentos de mi vida en familia, porque ustedes son parte de ese motor que me mueve, porque son intimidad, porque me alientan, porque me bien aconsejan, porque son mi historia. Y gracias a mis tíos por tenerlos, por acercarnos, por hacer todo lo posible por mantenernos juntos.
¡L O S A M O!

Mucho más peque


¿Qué edad tendría yo? Ni idea, no lo sé. Ni siquiera me acuerdo, esta anécdota me la han platicado y he visto fotos. Tal vez eran de un añito.
La imagen que viene a mi memoria es de una fotografía. Yo estaba en una andadera volteando hacia la cámara y detrás de mí, mi papá sentado en un sillón. Yo tenía en las manos a Topo Gigio. Dice mi mamá que dicho ratoncito me encantaba, no lo dudo. Y este muñequito llegó a mis manos a la fuerza. Sí, a la fuerza. Estando con mi papá y mamá en el centro de la ciudad, pasamos por delante de un aparador, a mi pá se le ocurrió mostrarme un Topo Gigio y ¡por nada me quería ir de ahí! Yo quería a Yiyo, ¡Yiyo, Yiyo, Yiyo! Afortunadamente el corazón de pollo de papá y su amor por su primogénita, y que la cartera lo permitió, me llevé a Gigio conmigo.
¿Qué fue de Gigio? No lo sé, así como muchos otros juguetes que tuve, los guardo en mi memoria donde tienen un lugar especial.

sábado, 2 de octubre de 2010

We are the world


Hace rato escuché esta canción, creo que es de 1983 u 84, no estoy segura. Pero por un momento me fui a esa época.
Era casi verano, me parece que yo ya estaba de vacaciones, en casa de "mami", ese es mi lugar recurrente de mi infancia y mi adolescencia.
A las 4 de la tarde de todos los días en canal 5 ponían el video de We are the world. Ahí descubrí que la voz de Steve Perry es maravillosa, por eso nada más le ponía atención a la canción. Además era, siempre, la hora de la comida. Con mami siempre había de comer rico, siempre había fruta de postre, siempre había mucha fruta, frijolitos, tortillas recién compradas, y un menú distinto.
Estaban mis primos, con quienes podía jugar y platicar, crecimos unidos, como hermanos, aún hoy seguimos juntos, son mis mejores amigos.
Esas tardes en bicicleta paseando con Paquiux eran la neta. Y la meta era ir lo más lejos posible, en esa época donde eras inlocalizable, los celulares eran ciencia ficción, con el viento rozándome la cara y despeinándome, porque nunca sujetaba mi cabello.
Jugar bote pateado era divertidísimo, siempre y cuando yo no me enojara, ja ja ja ja, vaya que tenía un temperamento rabioso a veces, y además mandona, aunque eso no se me quita todavía, el mal temperamento lo fui desvaneciendo con el tiempo, sigo siendo fuerte, pero elijo mis batallas y con quien librarlas.

Continuará....