De todo

Hablar o escribir es comunicación y aunque pocos me lean, de catarsis me sirve.

martes, 24 de enero de 2012

La mentira original.


Cambiándole canales a la TV me topé en Cine Canal con esta película que recién empezaba. Y me atrapó.
Es el mismo mundo que habitamos, con sus miserias, su pobreza, sus etiquetas y su organización, salvo por un pequeño detalle: nadie reconoce la mentira. Todos están, digamoslo así, programados genéticamente para decir siempre la verdad, al grado que en un banco puedes retirar tu dinero sin firmar ni comprobar nada. Ideal ¿no? Hasta que el protagonista se da cuenta que puede decir lo que no es. Un típico loser desganado, apocado y sin vida amorosa. Cuando dice su primera mentira empieza una vorágine de situaciones hilarantes. Es una crítica irreverente a la religión... a la belleza... a las etiquetas... a la estructura social... el final es complaciente, pero tiene muy buenos momentos reflexivos que la hacen valer la pena. ¡Ah! Y también tiene un desfile de grandes actores que la hacen disfrutable.
De 5 estrellas: 4 (por aquellos profundos diálogos filosóficos).

Un pedacito de cielo


Hasta el título es cursi. Sí, es una película cursi y algo moralina. Pero... me encanta Gael García y Kate Hudson es buena actriz. También es una agasajo ver a Kathy Bates. Eso es lo disfrutable de esta película que cuenta la misma historia que tantas otras. Se abusa de los sentimientos del espectador y cae en los lugares comunes para buscar la risa fácil. Pasará a la historia como cualquier otra.
De 5 estrellas: 2.5

Tenemos que hablar de Kevin


Una película que no da juicios, que no es moralina y para nada ligera.
Es desgarradora.
Tilda Swinton se come la película, qué gran actriz. Es contenida, puntual y con un gesto transmite más que con las palabras. Posee pocos diálogos, la fotografía se encarga de lo demás, como si fuera otro personaje de esta historia con una premisa espeluznante.
Es un viaje por la estructura social, es una crítica a la maternidad y una búsqueda del perdón en una situación donde se antoja imperdonable.
Es impactante, pero vale muchísimo la pena.
De 5 estrellas: 5.

jueves, 19 de enero de 2012

¿Por qué yo no hice paro de labores?


Unión. Unión. No me la creo, no. Me parece que hay intereses personales de por medio y no es el momento histórico perfecto para ello. (Vaya que el 88 lo fue). No voy a generalizar, pero sí voy a hablar en general. Un movimiento que de social tiene poco y sí mucho de político.
Unión. De maestros que no trabajan en equipo y son capaces de sabotear alguna actividad de otro colega que no le caiga bien, todo a título personal. Existe una falta de madurez para respetar la no aceptación del mayoriteo.

No es personal.

Unión. Para el cotilleo, para descalificar, para ser impuntual en los horarios de trabajo y para tener faltas continuas.
Unión. Para decirles a los alumnos que no asistan a clases el día de reyes. Ya... ya... que se trauman los peques por hacer a un lado sus obsequios (los afortunados que los tuvieron) unas horas. Y ante la osadía de algún pequeño en presentarse dicho día a la escuela ¡Sopas! A recibir la mala cara de aquella docente que no los quería ver: -"¿Para qué vienes? Si yo quería dedicarme a rascarme el ombligo esas 8 horas de trabajo"-.
¡Unión! Para pedir que se nos deje salir temprano ese día de reyes porque no hay alumnos ¿así? ¿o más absurdo?
¡Unión! Para tomar café y ver: si pan o galletas pa' la junta.
¡Unión! Para pararse todos al mismo tiempo durante la junta a servirse el cafesito y las galletitas o lo que el paladar requiera e interrumpir, porque la panza apremia.
¡Unión! Para alargar almuerzos en esas juntas donde hay tanto qué hacer.
¡Unión! Para no hacer las obligadas guardias del recreo ¡que nuestro desayuno es más importante!

Y tal pareciera que he dado un monólogo algo derechista y en contra de mi gremio.
No es verdad.
No tenemos sueldazo ni reconocimiento social para esta sagrada y necesarísima profesión. Estamos demeritados y hacen con nosotros lo que se le dé la gana al sistema que igual nos tiene agarrados a su economía.
Somos parte de esa infraestructura que sostiene dicho sistema, no somos un ente aparte.
Somos también ese lado anestesiado para evadir el dolor del abuso, de la desigualdad y de nuestras preocupaciones personales.
También llegamos a sentir esa apatía por el prójimo. Mentira que una marcha nos una. Hay profesores dispuestos a pisotear a sus colegas y aquellos que después de la marcha seguirán haciendo como que trabajan (Insisto, no es general, pero sí he visto muchos casos).
¡Mentira que todos hayan ido a la marcha! Pararon en sus casas y será un día de "asueto" bastante caro. Ese no es apoyo.

A título personal estoy cansada. Mi situación particular no me impulsa al paro. No tuve ganas de entrarle ni tampoco ganas de un descontón en mi salario porque soy jefa de familia con un crédito hipotecario altísimo.

No creo ya en las negociaciones. Las empresas mandan y gobiernan. Las grandes corporaciones deciden el rumbo de los países y a los dirigentes que ocuparán el lugar de representación y lo que ha de hacerse para seguir teniendo a la población en una inconsciencia y adormecida.

Después de casi 25 años de labor como docente me sigue gustando, es más, sigo amando lo que hago. Pero cada día me desencanto un poquito. Al grado de pensar en un plan B y mandar todo al diablo o de plano hacer la retirada del magisterio apenas pueda.

Ni hablar. No es momento para mí. No.

martes, 17 de enero de 2012

Maestros locos.


Hoy mi director me hizo llegar un correo electrónico que me gustó mucho. ¿Por qué? Porque me identifico con lo que dice. Yo soy de esas maestras "locas" que disfrutan su trabajo, y ustedes lo saben. A continuación lo copio:
Esos locos que enseñan. Yo los conozco. Los he visto muchas veces. Son raros. Algunos salen temprano por la mañana y están en el colegio una hora antes,otros salen del colegio una hora más tarde porque tienen entrevistas con los padres que trabajan y no pueden acudir a otra hora, otros recorren todos los días más de 50Km de ida y otros tantos de vuelta. Llueva o truene llegan al trabajo. Están locos.

En verano les dan vacaciones, pero no se desconectan del todo, piensan en sus clases, preparan tareas para el semestre siguiente. En invierno hablan mucho, siempre llevan caramelos de miel y limón en los bolsillos, otros con una botella de agua a su lado. Su garganta siempre está dolorida, pero siguen enseñando, siempre fuerzan su voz, pero siguen transmitiendo sus conocimientos con cariño e ilusión.

Yo los he visto, no están bien de la cabeza. Salen de excursión con sus alumnos y se encargan de gestionar autorizaciones, recoger el dinero, en otras palabras, asumir responsabilidades extra.

Qué será de ellos y ellas. Por la noche sueñan con el colegio, se les aparecen planetas, ecosistemas y personajes históricos. He escuchado que llegan cargados con cuadernillos y exámenes, que han corregido la tarde anterior en su casa.

Son mujeres y hombres, casados, solteros,...de diferentes edades, pero a todos les apasiona su trabajo, ver crecer a sus alumnos, ayudarlos y conseguir de ellos ciudadanos competentes.

Los he visto muchas veces. Están mal de la cabeza. Algunos dicen de ellos que viven muy bien, pero les han recortado el sueldo y siguen trabajando incluso más que antes, algunos no miran ni su nómina porque su pasión por la enseñanza los hace ciegos a pensar en el cobro. Disfrutan con lo que hacen, aunque haya padres que no los valoren, les critiquen e incluso les quiten autoridad, (a veces hasta les agreden), pero ellos siguen hacia adelante.

Están mal; por las tardes se quedan para hacer cursos de formación y no les importa perder tiempo de su ocio para reciclarse.

Dicen que son autocríticos y que hacen balance de sus experiencias educativas, que se frustran cuando no salen las cosas como esperaban,
que se alegran cuando sus alumnos avanzan.

Están mal de la cabeza, yo los he visto. Dicen de algunos que fueron muy importantes, que siempre tienen palabras de aliento; dicen sólo que son MAESTROS y que se sienten MUY ORGULLOSOS DE SERLO.